miércoles, 10 de mayo de 2017

En las ciudades no puede haber batallas


¿Por qué en las ciudades no puede haber batallas?

         

La época en la que se sitúa el libro, y el año en el que se cita esta frase, 1936, nunca se había vivido una guerra en una ciudad. El mundo acababa de salir de la peor guerra que se había visto. La primera guerra Mundial. En la que, afortunadamente, no se vivieron muchos ataques a poblaciones.
Ese hecho, junto con todas las historias de guerras, con las que fantaseaban los adolescentes, hacían impensable que una ciudad, y una como Madrid con tanta población, pudiera sufrir cualquier tipo de ataque procedente de una guerra.
          En mi opinión, si países están enfrentados, o un mismo país sufre una guerra civil. La población civil que no está implicada en esta guerra, porque tienen sus vidas, sus trabajos y sus familias, no debe aguantar ningún desgaste tan duro como el de una batalla en su propia ciudad, en su propia casa. Rezando para que no se destruya nada que ha construido con sus propias manos.
Por mala suerte, en la guerra Civil Española, el comandante del ejército Nacional, Francisco Franco, ayudado por los alemanes, dejó atrás la guerra de trincheras que se había vivido en la 1ra guerra Mundial, y empezó a atacar ciudades, para herir directamente el corazón de la población.

Dentro de todo lo malo que puede tener una guerra, lo peor que puede suceder no es que mueran personas que no luchen, porque esas personas creen en la guerra, la defienden, al igual que defienden sus derechos y sus ideologías. Lo peor que puede suceder es que mueran niños. Niños que no saben porque suceden estas cosas. Que no tienen ninguna ideología, porque no tiene que tenerla. Que no están ni a favor ni en contra de ninguno de los bandos. Pero que mueren cuando las ciudades son atacadas.



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