jueves, 11 de mayo de 2017

Las bicicletas son para el verano: "En las ciudades no puede haber batallas"

La bicicletas son para el verano “ En las ciudades no puede haber batallas” 


En la primera parte del libro, en el prólogo, se nos presentan dos niños, Pablo y Luis, que son muy amigos . Ambos juegan a la guerra, en un campo muy cerca de la ciudad y de sus casas. Entre risas, Luis plantea la posibilidad de que allí hubiese una guerra, a lo que Pablo contesta: “¿Aquí qué va haber guerra?” y razona su respuesta con argumentos como que para que suceda una guerra se hace falta mucho terreno, para atrincherar, y allí no había el espacio suficiente; también que estaban lejos de la frontera, dónde se libraban las batallas y los enemigos tenían que cruzar para llegar hasta allí. 

 Des de mi punto de vista, para empezar, es comprensible que dos niños piensen de la manera en que lo hace Pablo, tan inocentemente. Han vivido en un mundo dónde han podido disfrutar de paz y “libertad” ,en dónde no se han tenido que ver, por el momento, con lo que es una guerra y lo que conlleva, por tanto, no es de extrañar que les resulte difícil imaginarse un mundo totalmente diferente y horrible, que parece quedar lejos de ellos, en su ciudad. Pero ojalá fuese tal como lo plantea Pablo. Por desgracia, no lo es. Una guerra puede llegar a cualquier lado, quizá no con batallas directas, pero siempre con daños colaterales, como la falta de recursos, tanto económicos como alimentarios, sanitarios y educativos, un gran número de muertos... Una guerra siempre trae dolor y sufrimiento y siempre creemos o queremos creer que es un tema que nos queda lejos, gracias a vivir en un país “bien” construido como lo es el nuestro, nos parece mentira que a penas hace unos años aquí se viviese el mismo escenario que actualmente arrasa Siria, pero así fue. Cuando una guerra sucede en otro lugar, nos afecta, pero no nos duele. Tenemos que saber que aquí también es posible que la haya. Tendemos a pensar que suceden en lugares con amplio terreno, alejados de la población civil, pero no es así, una guerra puede suceder en nuestras puertas, quizá no con la misma magnitud que pueden suceder en las fronteras, es cierto, ya que allí se libran las verdaderas batallas por tal que el enemigo no las cruce, pero en las ciudades también puede llegar, en forma de bombas, disparos a civiles, etc. Cuando suceden en el campo de batalla sabemos que es horrible, pero cuando sucede en las ciudades pensamos que es cruel, y en cierta forma ambas situaciones lo son, horribles y crueles, pero cuando se da en las ciudades lo vemos peor, quizá porque sabemos que realmente las personas atacadas no son soldados, no pueden defenderse y la mayoría de ellas llevan consigo niños, que también son víctimas de la guerra.

 En resumen no tiene que ver con el espacio, ya que para iniciarse una guerra no se necesita un lugar concreto, si nó hacer el máximo daño, ¿Para qué crear trincheras cuando se puede atacar una población y así evitar la expansión de soldados y promover el miedo? No estoy de acuerdo con la afirmación de Pablo, porque aunque es cierto que es menos probable, no es imposible. Creo que está en nuestras manos que una guerra no llegue jamás a la ciudad, ni a ningún lado, más bien por el bien moral de la humanidad.




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